24.05.2017.- Los precios que se están ofreciendo a los
agricultores de la huerta valenciana por sus cosechas de cebolla y patata han
experimentado tal hundimiento generalizado que no sirven ni siquiera para
cubrir los gastos de recogida o transporte. Así las cosas, algunos productores
ya han tomado la desesperada decisión de rotovatar sus campos, es decir, de
destruir las producciones con sus propios tractores, para no perder todavía más
dinero en una campaña de auténtica ruina.
En el caso de la cebolla, aunque las cotizaciones en origen
empezaron rondando los 0,20 euros por kilo –una cifra que permitía al menos
recuperar la inversión realizada para la preparación del terreno, la siembra y
el cuidado de las plantas– la tendencia ha ido descendiendo hasta los actuales
e irrisorios 0,07 €/kg, según los testimonios recogidos entre los horticultores
de la Asociación Valenciana de Agricultores (AVA-ASAJA). El principal motivo
que hay detrás de la parálisis del mercado y la escasa demanda de cebolla local
es la entrada de importaciones masivas procedentes de lugares tan remotos como
Perú, Chile, Egipto, Chipre o Israel, puesto que las grandes distribuidoras
europeas utilizan esta abundante oferta como pretexto para empujar los precios
a la baja.
La coyuntura comercial de la patata no resulta más
favorable. Las importaciones, esta vez de origen francés, han inundado los
lineales de los supermercados hasta tal punto que no dejan apenas hueco para la
producción valenciana. Este hecho cuenta con el agravante añadido de que la
patata francesa ha estado almacenada en cámaras de refrigeración durante los
meses de invierno y, por tanto, cuenta con unos parámetros de calidad y
frescura mucho peor que la patata nueva autóctona.
El presidente de AVA-ASAJA, Cristóbal Aguado, denuncia que
“la falta de transparencia en los mercados, la connivencia con los abusos de la
gran distribución y la ausencia de medidas eficaces como el establecimiento de
un seguro de rentas están conduciendo a los agricultores valencianos a tirar la
toalla. La situación ha llegado a tal extremo que los productores se están
viendo obligados a destruir sus cosechas que, además y paradójicamente, son
mejores que las que están a la venta en los supermercados. O los políticos,
desde la conselleria de Agricultura hasta el Gobierno central y la Comisión
Europea, se ponen al lado de los agricultores y empiezan a trabajar en serio o
las cifras de abandono de tierras de cultivo no dejarán de aumentar en la
huerta valenciana”.
Aguado recuerda que recientemente se ha aprobado un Plan
para la protección de la Huerta y señala que, al mismo tiempo, “se estén
produciendo situaciones tan lamentables como las que viven estos días los
agricultores dedicados a dos cultivos tan característicos de la zona como la
cebolla y la patata. La clase política y los legisladores tienen que comprender
de una vez que sin agricultores no hay huerta, y a este paso no va a quedar
ninguno”.
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