En relación a la pérdida de poder adquisitivo entre las personas que viven del campo, y según datos publicados por el Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación, solo entre 2021 y 2022 se produjo una caída de la renta agraria del 5,5%. La guerra de Ucrania provocó entonces un fuerte aumento de los costes de producción. Sin embargo, el escenario político y económico desde entonces no ha hecho sino perpetuar las dificultades que sufren los agricultores. Y la climatología, con fuertes sequías a la cabeza, no ha hecho sino agravar la situación. El desamparo del sector ha lanzado a agricultores de toda Europa a la calle.
“Nuestros cooperativistas no entienden su vida sin el campo. Pero no es fácil. El sobreesfuerzo que en los últimos años exige la agricultura precisa de una dosis de respaldo para que una actividad como esta, vocacional y comprometida con el entorno y con la comunidad, no acabe convirtiéndose en una heroicidad”, afirma Jorge Srougi.
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