Hemos pasado y estamos pasando unos días
complicados todos los habitantes de la región, en los que la dependencia de la
electricidad nos ha traído más problemas que beneficios.
Los cortes de suministro eléctrico se
han visto agravados con los de agua, ya que las bombas que se necesitan para
suministrarla dependen también de la electricidad y han convertido en una isla a
la mayoría de la comarca en cuanto a luz, telecomunicaciones, agua, radios y
vías de transporte.
Todo han sido quejas (y con razón) de la
mayoría de los habitantes, pero debemos de mirar donde está el principal
problema, que si bien, la nevada ha sido importante, no lo habría sido tanto si
las infraestructuras de las que dependen los suministros hubiesen estado a la
altura.
Cuando se privatizó la empresa pública
Iberdrola por dos duros en tiempos de Aznar, se hizo para que una oligarquía
sacara tajada de un bien público a base de recibos altos y mínimas inversiones
en infraestructura, precisamente lo que ha fallado. Las torres han fallado por
que no se ha tenido en cuenta que pudiera darse el caso de una nevada con un
poco de viento, que si bien, no es algo que suceda todos los años, tampoco es
algo que nos deba despreocupar, ya que no vivimos en Canarias, sino en zonas en
las que en algunos años suele suceder.
Es hora de que hagamos examen de
conciencia sobre la dependencia de las empresas eléctricas, sobre el oligopolio
que nos gobierna y los partidos que lo favorecen. Pues, además de pagar los
recibos carísimos, mucho más que en otros países europeos con mayor poder
adquisitivo, sumamos la vergüenza de las “puertas giratorias” donde los que nos
gobiernan y encarecen las tarifas a base de impuestos y leyes que minan otras
fuentes de energía, tienen el sillón asegurado en los consejos de
administración de esas empresas, tengan o no tengan conocimientos sobre el
mercado hidroeléctrico.
Hemos de pensar que otra forma de
gobernar es posible, además de ser más barato y efectivo.