LA UNIÓ de Llauradors i Ramaders solicita a los
eurodiputados españoles que rechacen la propuesta que hoy se vota en la
Comisión de Agricultura y Desarrollo Rural del Parlamento Europeo sobre las
normas mínimas para la protección de los conejos de cría. La presenta el
eurodiputado alemán Stefan Eck y pide a los eurodiputados españoles que voten
en contra de la misma, al no estar respaldada la propuesta por ningún informe
científico, social ni económico para la pervivencia de las explotaciones
cunícolas en el seno de la Unión Europea.
LA UNIÓ acepta y valora cualquier propuesta encaminada a
mejorar el bienestar animal en las explotaciones, pero recuerda a las
autoridades europeas que como el sector cunícola respeta ya unas normas
europeas en materia de seguridad alimentaria, de higiene y de bienestar animal
que son de las más exigentes del mundo, se debería realizar con anterioridad a
la propuesta como la que se va a debatir mañana una serie de investigaciones,
inexistentes hasta el momento, que permitan resolver los retos sanitarios y de
comportamiento que surgen como consecuencia de la cría colectiva y en suelo de
los conejos y que comprometen la salud y el bienestar de los mismos. España es
el segundo país productor de la Unión Europea, por detrás de Francia, con
63.000 toneladas producidas en 2015, por lo que la organización considera que
las modificaciones en la cría afectarán directamente al país y a sus
productores.
LA UNIÓ destaca que el sector cunícola ha visto reducir
drásticamente su potencial productivo en los últimos diez años, con la
desaparición de casi el 40% de las explotaciones, según los datos publicados
por el MAPAMA en 2015, y estas medidas pueden agravar la situación de crisis
que está viviendo el sector. En este sentido, la organización pone de
manifiesto que la posible adaptación al cambio de producción de jaulas a
producción en suelo, plantea en estos momentos muchas dudas al sector
productor. Por las pocas pruebas realizadas en algunas explotaciones, se
observa la necesidad de analizar los problemas sociales que plantean los
sistemas de alojamiento en grupos, tales como el aumento de la agresividad por
la unión de lotes de animales o la cría de hembras con distintas camadas, lo
que puede dar lugar a lesiones, afectando a su salud y bienestar, y teniendo en
cuenta, asimismo, la mayor dificultad para el control de infecciones y
parasitaciones y por ende del bienestar animal.
Este cambio de modelo productivo conllevaría una inversión
obligatoria por parte de los productores que con la misma dimensión de las
explotaciones verían disminuido su nivel de capacidad productiva y que, en
muchos casos estas inversiones no se lograrán rentabilizar, ya que sería
difícil para el productor repercutir los incrementos de costes de producción,
especialmente si no está asegurado, que el consumidor esté dispuesto a pagar
más por el producto en el lineal de venta. Así mismo, LA UNIÓ considera que
estas medidas deberían ser extendidas a cualquier país que importe carne de
conejo a la Unión Europea, universalizando las condiciones de cría y evitando
la competencia desleal, aspecto que no recoge, en ningún momento, la propuesta
de normativa, impulsada, a juicio de LA UNIÓ, por países que no son productores
y que, por tanto, no ponen en riesgo su actividad.
“En estos momentos el modelo productivo de las explotaciones
cunícolas son las jaulas para favorecer la calidad sanitaria de los
alojamientos de los animales y limitar así los riesgos de enfermedades e
infecciones, pues para los granjeros significa una parte importante del
bienestar animal. Imponer nuevas normas a los productores europeos, que
encarecen los costes de producción, mientras se continúan dejando las puertas
abiertas de la Unión Europea para que decenas de países terceros vendan a
nuestros consumidores sin cumplir esas mismas normas en sus países, es un
suicidio económico para los productores de conejos y de cualquier producto”, ha
afirmado Arturo Zaragozá, responsable del sector cunícola de la organización.