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17 sept 2017

Rotunda actuación de DUQUE en Minglanilla con cuatro orejas y rabo

17.09.2017.- La localidad conquense de Minglanilla es una plaza donde las actuaciones del diestro de Requena se suman por grandes triunfos. En 2017 no fue menos y cuajó a su lo lote de Nazario Ibáñez de manera rotunda, el segundo –quinto en orden de lidia- fue premiado con la vuelta al ruedo.

Dos orejas cortó al burraco que hizo segundo en orden de lidia y que ofreció un juego de menos a más en sus embestidas gracias a la labor de Duque. Tuvo calidad el de Nazario pero le costaba pasar mucho sin terminar de emplearse en los engaños. Jesús le dio sitio en la faena y temple en la muleta para que fuera ganando confianza y el resultado fue un trasteo macizo donde el sello del de Requena quedó patente. El pinchazo antes de una gran estocada no enfrió al público que pidió con fuerza las dos orejas y la presidencia concedió.

Lo mejor, no obstante, estaba por llegar con el segundo de su lote. Se cumplió aquello de “no hay quinto malo”. Un poco alto de cruz el de Nazario Ibáñez pero de muy buena hechuras, descolgó y humilló enclasado tras los engaños con recorrido y ritmo. Cierto es que por el pitón izquierdo no tuvo tanta calidad, pero en su conjunto fue de nota y lo aprovechó sobremanera Jesús Duque. 

Con la muleta en la mano derecha levantó al público de sus asientos desde la primera tanda, que vino precedida de una pedresina en el centro del platillo de las que quitan el hipo. Planta asentada, verticalidad, jugando la cintura y las muñecas… pureza y naturalidad, el concepto del toreo de Jesús Duque en todo su esplendor. Faena rotunda de principio a fin a un animal que fue bueno pero nada fácil, hubo que domeñar la bravura a base de firmeza de planta y mando en los engaños.
  
Tan magna obra merecía el mejor de los epílogos, todavía quedaban los circulares y las luquecinas en un palmo de terreno antes de un estoconazo que hizo rodar sin puntilla al de Nazario Ibáñez que fue premiado con la vuelta al ruedo. El público pidió enfervorecido las dos orejas y rabo al grito de ¡Torero! ¡Torero! y la presidencia concedió sin duda alguna.